En Flota Occidental sabemos que te encanta viajar para descubrir el encanto escondido en cada destino, por eso hoy queremos mostrarte un tesoro oculto que nos encontramos en Salento, un personaje que diariamente le pone color a las experiencias de todos los viajeros en este municipio del occidente colombiano.
Sentado en una banca pública de la Calle Real mira fijamente a los ojos de su cliente mientras le dice “por favor sonría”. Él es Alexander, escultor y pintor valluno que decidió hacer de Salento parte de todos sus días (al menos por ahora) pintando divertidos retratos en forma de caricaturas para los turistas que pasan y se dejan enamorar del gran carisma que tiene para vender su trabajo, al que le pone un módico precio de $3.000 pesos por cada dibujo, costo que no le hace justicia a su gran habilidad con el marcador y el pincel.
Alexander viajó por Suramérica durante mucho tiempo pintando murales hasta que llegó a Salento hace 5 años queriendo respirar tranquilidad haciendo lo que más le gusta: ver los rasgos divertidos de cada rostro y plasmarlos sobre el papel. Con movimientos rápidos y prolijos dibuja las líneas generales del rostro, luego con especial cuidado realiza los pequeños detalles que le dan el encanto secreto a su dibujo.
Su imagen sencilla, los escasos implementos de trabajo que maneja y una blanca sonrisa son el reflejo de los aprendizajes adquiridos durante muchos años. Él también es un viajero que no se conformó con un solo destino y decidió buscar el sentido de su vida en diferentes lugares del mundo, llevándose lo mejor que cada uno de ellos le entregó.
Así, conversando con su cliente mientras lo dibuja deja ver toda la sabiduría que ha acumulado durante su caminar por el mundo. Para finalizar toma el único pincel que tiene y los únicos 3 colores para darle vida a la caricatura, cada color es mezclado y aplicado como una acuarela, con una armonía especial propia de los artistas autodidactas.
Alexander limpia su pincel en la bota del pantalón sin ninguna preocupación, y luego de afinar los últimos detalles hace entrega de la obra. El cliente se va con una sonrisa de gratitud que al final para el artista vale más de lo que pagó por su caricatura.
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